domingo, 14 de abril de 2013

Caníbal


Por fin había vuelto. Estar fuera a aquellas horas era muy peligroso. Con tan poca luz era difícil saber donde estaban y para colmo se había puesto a llover.

Cerró la gran puerta de la iglesia y se quitó la vieja chaqueta mientras observaba el oscuro edifico  Estaba totalmente a oscuras. Todas las velas se habían apagado, pero aún distinguía el contorno de la larga fila de bancos, el altar de mármol y la enorme cruz que arrojaba una enorme y alargadas sombra proyectada gracias a la tenue luz que entraba por la vidriera del fondo.


Se acercó a uno de los candelabros que había a ambos lados de la puerta y con una cerilla tantas velas como pudo antes de quemarse. Luego cogió una y avanzó hacia el altar.
Recordó como el cura que allí vivía ofreció la iglesia como refugio a todos los que llegaron a su puerta huyendo de aquel horror.
Algo en el suelo lo sacó de sus pensamientos. Se agachó a ver que era. Una enorme mancha de sangre le daba la impresión de que el agredido había sido arrastrado hacia algún lugar.

-¿¡Padre!?

Siguió el rastro de sangre hasta uno de los laterales. La sangre terminaba a los pies de una estatua. Alzó la vista y la vela hacía la figura de mármol de una virgen, la cual estaba cubierta de salpicones de sangre y en sus manos había un cadáver aun sangrando.

-¡¡Dios mio!! -retrocedió asustando trastabillando y cayendo al suelo. Se quedo sentado con la mirada pérdida unos instantes hasta que una gota de cera caliente le sacó del shock.

Se levantó y se acercó de nuevo a la estatua y observó el cuerpo. No era el del cura, si no el de una mujer. Había sido mutilado repetidas veces y el rostro era apenas reconocible,pero la identificó como una de las mujeres que llegó con él.

Un relámpago iluminó unos instantes la iglesia y el trueno siguiente lo hizo encogerse de hombros. Fue atronador, pero creyó distinguir un ruido al fondo de la iglesia. Se dirigió hasta el altar, muy lentamente. Los relámpagos y truenos se siguieron sucediendo remarcando el contorno de la cruz.
Cuando estuvo cerca, tras uno de los relámpagos, había alguien sobre la cruz. Se sobresaltó. Otro relámpago. distinguió quien era. Se cubría entero con una tela raída y negra. Pero lo que más le impactó fue su cara. No tenía, o mejor dicho, no había carne. Era un cráneo  Otro relámpago, esta vez más cerca y más potente. Consiguió ver que el cráneo no era más que una máscara y que sujetaba algo grande. Se lo lanza de tal forma que rueda por el suelo hasta sus los pies de su asustado observador. El cuerpo queda en una postura extraña demostrando que tiene una buena cantidad de huesos rotos. Era el cuerpo del cura. Tenía un gran mordisco en la cara, el cual parecía reciente.

-¡Padre! -se agachó a comprobar si seguía vivo, pero varios cortes por todo el cuerpo le dieron la certeza de que no. -¿¡Qué le has hecho!?

El desconocido bajó de un salto y el hombre dio unos pasos atrás, asustado.

-Hambre. -La voz era grave y profunda y no mostraba sentimiento alguno.

Distinguió que la máscara era un calavera de verdad convertida en eso.No le tapaba parte de la boca, la cual esta llena de sangre y un poco goteaba por el mentón.

-Dios... ¡Dios mio!
-Eres el que queda. Mi postre. Mi última diversión aquí.

Una fría risa retumbó por todo el lugar y puso de punta los pelos de la nuca del hombre.

-N... ¡Nooooooooooooooooooooooooo! -es todo cuanto pudo hacer mientras veía acercarse con una sonrisa al intruso que había acabado con todos en aquella iglesia.

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