miércoles, 12 de marzo de 2014

A través de un sombrero

Erase una vez un mono al que le gustaba llevar sombrero. No llevaba una boina, una gorra o una mitra; como buen mono, él llevaba un sombrero de copa.
Se puede decir que era muy especial, el sombrero; el mono es otro cantar.

Si el mono es tan amable de dejarnos el sombrero, descubrimos que oculta un portal. Si nos metemos en el sombrero, no sabremos donde acabaremos, pues un destino fijo no tiene.



Entramos. Suena una musiquilla, caemos y caemos hasta acabar en una piscina. No tiene, sino otra cosa; pero tampoco es una piscina al uso. Observa y descubre, que es toda de galleta.

Si tienes suficiente valor, sal de la piscina y mira que lleva, es zumo, pero ¿qué zumo? no es de manzana, no es de naranja ni de melocotón, es de piña.

Deleitate la vista con semejante bizarro lugar: montañas, valles, bosques y cuevas. Todos comestibles son, algunos de algodón de azúcar, otros de menta, regaliz, chocolate o esponjitas son. No te cortes y prueba, pero ten cuidado un protector tiene y no le gusta que sus tierras te comas. Huye cuanto puedas y busca en el suelo un punto, pues una puerta es. Si lo abres un túnel aparece. Baja por él y, cuando llegues abajo, ten cuidado, pues de cuchillos las paredes y suelo llenas están  Solo hay un camino, no te salgas o tendrás un mal final. Anda con ojo, no tengas un desliz y llega hasta el despacho donde aguarda el escritorio. No lo dudes y abre el cajón. si volver quieres, el primero abre, si seguir quieres, el segundo cajón es el tuyo.

Tú decides tu aventura, pero recuerda, si avanzar quieres, cinco palabras al cajón le debes.

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